Esa relación tóxica a la que llamamos trabajo (Parte 1)

Últimamente por cuestiones circunstanciales, contextuales; así como también por decisiones conscientes y apremiantes, me vi en la posición de revalorizar mi concepto del trabajo y de mi vida laboral en general. Supongo que todos nos preguntamos tarde o temprano, y seguro más de una vez en la vida, si eso que hacemos lo haremos el resto de nuestros días, si somos buenos en lo que hacemos, si trabajamos para vivir, si vivimos para trabajar, si vale la pena lo que hacemos contra lo que recibimos en términos monetarios, de beneficios, de tranquilidad, de realización profesional y personal. ¿El trabajo nos dignifica o nos hace autómatas miserables? ¿El trabajo lo sufrimos o por el contrario #amomitrabajo?

Un día fui a Alimentaria Barcelona 2018.

¿Y qué demonios es Alimentaria Barcelona? Pues ni más ni menos que la expo que se jacta de ser la más grande de todo el arco mediterráneo dedicada a la industria alimentaria y de bebidas, lo que la convierte en una de las más importantes de Europa y del mundo. Nunca me han gustado esas generalizaciones, se me hacen inexactas y pretenciosas. Pero más allá de mi opinión y mis delicadezas, este evento es monstruoso.

Alcanzando la inmortalidad alternativa

Uno de los temas que más ha obsesionado al ser humano es el de la inmortalidad. Por más ambicioso que este tema nos parezca, los avances científicos y médicos han hecho que la longevidad del ser humano cada vez sea mayor, sin embargo, el tema de este texto no es en el terreno de la medicina o biología, sino en el campo audiovisual, donde en cierta forma se están dando grandes pasos para encontrar el “santo grial”.

Un día fui a París y la odié

Una de las cosas que mi novia y yo habíamos planeado al mudarnos a Barcelona era visitar otras ciudades de Europa y París era visita obligada; sobretodo porque "Viajes Esteya", la guía parisina del tercermundista impresionable, nos había invitado a visitarla en tan idílico y aspiracional lugar. Lo que en un primer intento había resultado imposible a causa de una nevada destructora de sueños y saboteadora de planes, por fin pudo lograrse. Fuimos a París, y si me lo permiten les quiero compartir por qué para mí en esta fugaz e ignorante experiencia, a esta ciudad no queda más que odiarla.

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