Un día estaba leyendo una opinión acerca de los matrimonios igualitarios y la diversidad sexual, ésta decía que esto no debería estar permitido porque la unión de una pareja del mismo sexo y las relaciones fuera de lo heterosexualidad simplemente no son algo «normal». A mí me parece que respecto a la legislación sobre los matrimonios igualitarios, toda ley que prohiba hacer algo a los ciudadanos es sumamente primitiva, a menos que este «algo» afecte a alguien más, porque la prohibición de realizar cualquier cosa que impacta solamente a los autores de los actos, como el matrimonio, la sexualidad entre dos adultos en plena capacidad y libertad de decisión, el consumo de sustancias, la eutanasia, el suicidio, entre otras; es declarar que como individuos somos incapaces de decidir por nosotros mismos y que una autoridad debe hacer ese trabajo. Pero el tema de la normalidad se me hace más primitivo aún, debería estar en desuso cuando a comportamiento humano se refiere; porque bajo esa lógica de la «normalidad» también deberían legislar: el sexo oral, el ser vegano, o carnívoro, nadar, bucear, volar, aventarse en paracaídas, las perforaciones, los implantes de cualquier tipo, comer comida con conservadores, las hormonas de engorda, las cirugías, las transfusiones, las adopciones, las malformaciones y defectos del nacimiento, tomar leche siendo adultos y además de otro animal; los superdotados, el negro de Whatsapp, trabajar 8 horas diarias sentado, trabajar, el celibato, la monogamia, la ropa, Paganini, los idiotas, el reggaeton, la trova, la cdmx, las quesadillas sin queso, las tortas de tamal, tú, yo, nosotros, ustedes, ellos y un infinito etcétera. Esto nos muestra que el oscurantismo sigue muy vigente, en donde unos cuantos dictan la «normalidad» basada en la supuesta voluntad de un Dios que nació de una virgen, un dios que caminaba en agua, convertía el agua en vino y resucitaba después de muerto. Qué aburrido debe ser vivir siendo «normal» me cae.
Breve chingadera sobre «la normalidad»

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